Los pronunciamientos y ratificación del triunfo que ansiosamente espera la oposición venezolana contra Maduro, de la comunidad internacional y del país que promueve y patrocina disturbios, que ha ocasionado una veintena de muertos y en la cárcel otros miles, financiadores de políticos opositores latinoamericanos, manipuladores de actas de votación, redes sociales incitando a la violencia, procurando mantener a una gran población marginal desinformada, no logrará su objetivo, ni aceptar que en este nuevo siglo Occidente no toma todas las decisiones. Estas narrativas maniqueas motivan la radicalización dándole la razón a quien detenta el poder, deslegitimando toda credibilidad a los que lo señalan de dictador.
Diría que Colombia en esta cumbre en pro de la democracia venezolana, tiene mucho que perder o ganar, Colombia es hermano legítimo y socio comercial de Venezuela, por tanto, debe priorizar con altísima responsabilidad la soberanía, la defensa, los intereses de la nación y su reconocimiento internacional.
Las voces de este grupo tripartito de intelectuales y estadistas latinoamericanos tienen un rol fundamental en representar gobiernos democráticos y progresistas de latinoamérica. México, Colombia y Brasil, buscan un entendimiento institucional entre el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición venezolana, para proponer alternativas al controvertido resultado de las elecciones del 28 de julio pasado.
Estos líderes se juegan una de las mejores oportunidades en la coyuntura política más compleja que vive el mundo multipolar, por lo tanto, se espera de ellos una posición no solo de impacto regional, si no geopolítico con orientaciones precisas para el fortalecimiento del progresismo latinoamericano y el impulso de un nuevo modelo de defensa y protección de la democracia. En manos de estos lideres está su mayor aporte dialéctico sin elegir bandos, adoptando un enfoque abierto e inclusivo de las relaciones internacionales, reconociendo y respetando los intereses y perspectivas de otras naciones, promoviendo el respeto de los países por la soberanía y la integridad territorial a nivel internacional, ayudando a construir un entorno sin violencia y en paz. Teniendo en cuenta que la resolución de los conflictos internos y la libre autodeterminación de los pueblos es su decisión soberana en cada nación.
Sus opiniones son muy importantes, las relaciones y propuestas de la OEA y la comunidad internacional, no generan confianza por sus sesgadas resoluciones y se entiende que la exportación de la democracia estadounidense ha llegado a su fin, que nadie le cree al Tío Sam, evidentemente porque ha abusado de su poder durante mucho tiempo. Esto quiere decir que Maduro seguirá en el poder y la creciente emigración socavará la economía y el aumento de la inseguridad de los países de sur américa. Lo demás son especulaciones en un ambiente fuertemente crispado que alborota entre otros actores, la derecha colombiana.
Sea cual sea el aporte de los intelectuales, es muy seguro que las facciones de derecha lo desconocerán e insistirán en el caos y la anarquía, intentarán por todos los medios chantajear para llevar a la sublevación de las fuerzas armadas venezolanas, promover sanciones financieras, asfixiar al pueblo hasta llevarlo a emigrar y el nervioso “nuevo presidente” escondido esperando que otros maten por él.
A la fecha no se conocen las actas oficiales de votación por parte de quien intenta incendiar el país y espera que el espiral internacional de violencias propuestos por los revoltosos de la extrema derecha se incremente en Venezuela, utilizando la influencia mediática instrumentalizando a la población desinformada, intentando pretenciosamente convertirse en heroína y líder mundial con una enorme falta de jerarquía.
Seguiremos atentos para conocer los aportes del grupo tripartito de presidentes, que esperamos no sea como un incendio forestal canadiense, que todo tenga que arder para que el establecimiento se estremezca y despierte, en este caso particular, no sea Colombia quien ayude a incendiar y recoja las cenizas, no antes de que intenten arrojar el agua a lo loco, sino a la llama viva, y que no se usen pretextos para desplegar el tipo de estado de seguridad que normalmente se atribuye y propicia la insidiosa “extrema derecha”.
Por. Edvards Mercado
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