¿Qué vamos hacer con el partido de gobierno?
La realidad nos dice; que una cosa son las luchas populares y otra es la política.
La izquierda progresista quedó sin líderes que estuvieran a la vanguardia del momento histórico y, muchos sin trabajo social y formación política se arrogaron el proyecto político que nacía sin bases ni organización para soportarlo en el tiempo. El oportunismo de mafias y quienes se hicieron pasar por social demócratas se confabularon, destruyeron la esperanza de la naciente historia y otros que se hacen llamar dirigentes de vieja data, no se prepararon para estar o hacer parte del poder, poder que no se ve reflejado por falta de liderazgo y carácter para unificarse en las regiones. Muestra de ello es el gran fracaso que se octuvo.
Muchos candidatos esperaban un guiño del presidente, sin dimensionar los ataques que soporta diariamente de la oposición y medios de comunicación, cuando necesita ocuparse de los asuntos del Estado, ya que por el interés nacional necesariamente estará obligado a demostrar en y con su carácter, lo contrario de lo calumnioso que de él se dice a través de los medios del establecimiento.
Las marchas convocadas para medir el apoyo al gobierno como ejemplo de unidad, pagó en las urnas un costo social de enormes proporciones al experimentar una dolorosa derrota, aunque esto no signifique que haya que perder la unidad y con ello se reavive con mayor fuerza la ambición de la derecha por recuperar el poder político.
No ha sido fácil adaptarse a este nuevo reto que la historia ha planteado, este es, si se quiere, un movimiento nuevo sin experiencia para gobernar y requiere de la mayor organización y cohesión posible, es un proceso de transición, de implicación directa de la juventud, las mujeres y las organizaciones sociales diversas, que se apropien del proyecto político, que permita aplicar e implementar las directrices progresistas como impulso de políticas públicas para trabajar en las regiones.
Sin pesimismo debe seguirse buscando la unidad como fin político, dejando los roces internos impuestos por los años, concentrando el esfuerzo en modernizar el quehacer en la política y que puedan dar un paso al costado aquellos quienes anhelan en su egoísmo, de algo que en esencia es de todo un pueblo. Hay que sepultar la vieja retorica de una izquierda envejecida, las transformaciones son necesarias, los partidos y movimientos políticos de izquierda deben renovarse urgentemente, ha perdido liderazgo y sus voceros se han diluido, quedando el presidente de la República como único referente del progresismo en el país.
La coyuntura actual obliga a repensar, quiénes deben liderar la coordinación nacional y las coordinaciones departamentales, desligadas completamente de estructuras politiqueras locales y regionales, que estén a la altura del acontecer nacional e internacional, y para ello es importante la participación directa de la academia, intelectuales, profesionales, líderes sociales, empresarios y grupos de minorías, etc.
Ante el inminente fracaso de las elecciones regionales, ¿qué alternativas plantear? Seguimos dependiendo de la estructura nacional pensando en Senado y Cámara o nos atrevemos a abrirnos a espacio políticos regionales, de carácter progresista revirtiendo las debilidades existentes en las regiones.
Queda el reto pendiente de construir directrices progresistas y de formación política para nuevos liderazgos y fortalecer o construir el partido o movimiento progresista desde su raíz; lo bueno para lograr ese objetivo es que sí hay verdaderos hombres y mujeres que están dispuestos a ponerse al frente de la lucha popular y desplazar a las viejas costumbres, retoricas y sectarismos. Allí está la base para superar la ausencia de liderazgos, una dirección que se ponga al frente de las más sentidas reivindicaciones, que apueste a la movilización permanente y presente un plan que garantice el futuro del progresismo en nuestro país.
EDVARDS MERCADO.
Analista Político.
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